miércoles, 8 de agosto de 2012

La última parranda de Chavela Vargas




La última parranda de Chavela Vargas

La despedida de la gran dama de la ranchera y el bolero





Bajita y de pelo plateado, Sara Huerta plantó su porte junto al féretro de Chavela Vargas y la cobijó. De 59 años, Sara llegó al homenaje fúnebre a la cantante en la plaza Garibaldi, hizo fila dos horas y una vez al lado del ataúd puso un extremo de su rebozo negro y blanco encima del jorongo de vivos rojos que cubría el cajón. La mujer dijo quedito: “Chavela, espérame cantando La Macorina, y mientras llego salúdame a Carlos Fuentes, que también se acaba de ir”. Un minuto después, Sara se perdía en la noche del centro de la capital mexicana, bajo una lluvia que no marchitó ni por un segundo el velorio más alegre que se haya visto en México en décadas.
Como la señora Sara, varios miles de personas se fueron concentrando desde el mediodía de un lunes que comenzó soleado en la plaza de los mariachis a esperar sus cinco segundos frente a Chavela. La cantante llegó en una caja color caoba a las 19.12. Y 10 minutos después el ritual comenzaba. Peregrinos venidos de todas las posibilidades socioeconómicas y edades, mezcla inédita en el México de la desigualdad, se santiguaban ante la pagana consagrada chamana por los huicholes en 2008. Acto seguido, el disparo. En una mano la señal de la cruz, en la otra la cámara fotográfica para dejar prueba de que era verdad que Chavela, la última figura de un siglo ido ahora, también había marchado.
Durante una hora, los dolientes pasaron frente al féretro mientras el mariachi Guardia Nacional de la policía de la ciudad de México ponía a calentar el sentimiento de la concurrencia, a la espera del momento en que Eugenia León, Tania Libertad y Lila Downs hicieran oficial el adiós cantado de la artista fallecida el domingo en Cuernavaca, Morelos (sur de la capital de este país) a los 93 años.
Margarita Brito, de la Colonia Guadalupe Proletaria, de plano no aguantó las ganas. Vestida en chándal rosa, de 43 años de edad, hoy puede contar que le cantó a la mismísima Chavela y dónde si no que en Garibaldi. “¡Es preciso decir, una mentira!”, gritaba sin rubor Margarita, quien fue apurada para ceder el paso a las cantantes profesionales no sin antes una rúbrica, que para eso había tenido los tamaños de ponerse: “¡eres una chingona, Chavela!”.
“Yo no fui su amiga, vengo aquí en calidad de admiradora”, confesó Tania Libertad a El País unos minutos antes de participar en el homenaje. “La primera vez que la oí cantar”, explicó la artista nacida en Perú, “no tuve más remedio que abandonarme, abandonarme por completo, vaciarme para recibirla a ella. Al oír una mujer tan fuerte tan viva como ella tienes que sacarte todo para recibirla. Esa vez empecé a llorar así nomás, nunca me pasó nada así”.

Frente al ataúd cantó primero Eugenia León, quien interpretó Flor de Azalea y Volver Volver, acompañada por Los Macorinos, dueto de guitarristas compuesto por Juan Carlos Allende y Miguel Peña Tovar y quienes acompañaron a Chavela los últimos 10 años y hasta el domingo pasado, cuando la visitaron en el hospital minutos antes de que falleciera. Ya con mariachi, Eugenia cantó La Bruja.
Estoy en el rincón de una cantina, de José Alfredo, corrió a cargo de Tania. La plaza lanzaba gritos de Chavela Chavela, era un sonido grave, más propio de una proclama gremial, nada parecido al dolor, menos al reclamo, era un “de aquí a dónde nos vamos, tú mandas”.
Muchas de las juergas nocturnas mexicanas acaban en la plaza de Garibaldi y, tal vez por el ambiente festivo que se respira habitualmente en esa plaza, las cientos de personas que se agolpaban para ver lo que ocurría a través de la pantalla que se había instalado confirmaban que era tiempo de fiesta no de duelo. Sí que arreciaron las lágrimas en algunos momentos, como cuando llegó el féretro o cuando estas tres herederas musicales comenzaron a cantar. Entonces, Garibaldi, lejos del féretro y de los enjambres de fotógrafos y reporteros se convirtió en un coro de cientos de voces. Todos querían llorar a Chavela, aunque fuera con canciones.


Suenan trompetas en la despedida de Chavela Vargas / PEP COMPANYS
Evangelina e Ignacio lo hacían “porque Chavela cantaba algo muy nuestro, muy de México”. Ellos saben que lo que ocurrió este lunes es más que excepcional porque también despidieron a José Alfredo y a Lola Beltrán. “Aquello fue solo en Bellas Artes. Pero es que Chavela es otra cosa”.
El tequila y las cervezas corrían de mano en mano y se brindó una y mil veces a la salud de la chamana. “¿Por qué te fuiste, Chavela, y no me llevaste?” “¿Quién va a cantar a México ahora?”. De vez en cuando alguien gritaba un "viva Chavela" y el público rompía en un aplauso. “Este es el homenaje de verdad, el que le hace el pueblo y no el de Bellas Artes. Ella siempre fue muy crítica y no le gustaban los políticos”, aseguraba Bertín mientras invitaba a un trago de mezcal a todo el que se acercaba.
Y este joven no andaba tan desencaminado porque entre los presentes había gente de todas las clases, pero sobre todo populares. Algunos no sabían la edad que tenía Chavela o que nació en Costa Rica. Lo que sí que sabían es que cantaba a su México. “Y ni siquiera tenía una gran voz, pero lo emocionante era el sentimiento que le ponía”, aseguró Beltrán.
Con un manto bordado de flores en los hombros, Lila Downs, los negros ojos hinchados de llanto, abrió una botella de mezcal Alipús y vertió licor al píe del ataúd, donde tantos dolientes habían dejado flores. “En el nombre del padre, del hijo… va por usted doña Chavela” brindó y la profundidad de esa voz mitad de Oaxaca mitad de origen anglosajón llevó a la plaza Garibaldi a otro nivel apenas pronunció el “Que no somos iguales, dice la gente…”, de Vámonos, de José Alfredo.
Cuando las tres cantantes entonaron  La Llorona no hubo en esa plaza ni camarero, ni borracho, ni fotógrafo o periodista, ni funcionario de gobierno ni taxista que no cantara con Tania, Eugenia y Lila uno de los himnos inmortalizados por Chavela. Quien en últimas fechas ya solo de vez en vez se tomaba un tequila, ayer vio cómo todos sus amigos y amigas la envolvieron de canciones y tragos, a pocos metros del Tenampa, la cantina que hace muchos años, de viva voz, llenara cuando era esa Paloma negra que gritaba “quiero ser libre, vivir la vida, con quien yo quiera”.

http://smoda.elpais.com/articulos/adios-a-chavela-vargas-adios-a-la-voz-mas-triste/2125



Dos días de tequila y música para despedir a Chavela

La plaza Garibaldi, epicentro de la música mexicana, vive la primera despedida a la cantante

El adiós definitivo a la 'chamana'

 /  México 7 AGO 2012 - 07:47 CET

Como rara vez se había vivido antes en México, ciudadanos de todas las edades, jóvenes, mayores, mexicanos y extranjeros se han reunido este lunes para despedir a Chavela Vargas en la plaza de Garibaldi. El primero de los homenajes ha empezado aproximadamente a las 20.00, hora local, en la plaza de Garibaldi. A los pies del mítico Tenampa, el local que vio a Chavela y a José Alfredo vaciar botellas en su juventud, y a unos metros de donde se levanta una estatua del compositor, cientos de mexicanos han iniciado su cita con la cantante –de cuerpo presente–, con tequila y música de los marichis.

Daba igual el calor a las cinco de la tarde y la lluvia que empezó a caer- primero débil y después con la violencia con la que llueve en México en verano- justo en el momento en el que los restos de Chavela llegaban a la plaza Garibaldi, epicentro de la música popular mexicana. Hasta ese momento, reinaba la tranquilidad entre los centenares de personas que esperaban en la plaza pero llegó Chavela, llegó su ataúd, y todo fueron vivas, y gritos y aplausos a la cantante. ¡Que viva la Chamana!, gritaban. 
Chavela también cantó, aunque a través de las voces de lagunas de sus herederas musicales: Eugenia León, Lila Downs y Tania Libertad se unieron para hacer la plaza un solo canto unido por el sentimiento convocado por Chavela. Y allí sonaron VolverUn mundo raroSe me olvidó otra vez, La Llorona...
Los mariachis callaron el domingo cuando se enteraron de la muerte de Chavela Vargas pero el silencio solo les ha durado unas horas. En un homenaje inédito –ningún cronista consultado recuerda nada parecido en esta ciudad– los mexicanos han decidido despedir a Chavela Vargas en una plaza pública y también de manera oficial, con mariachis y con políticos, en dos actos –uno no alcanzaba – para que México pueda devolverle a la chamana parte del cariño que ella le dio durante sus 93 años de vida.
A pesar del fervor que se vivió con la muerte de personajes como Mario Moreno Cantinflas o con la del actor y cantante Pedro Infante, cronistas consultados por este diario recuerdan que los mexicanos salieron entonces de sus casas para aplaudir el féretro por donde pasaba el ídolo respectivo, pero no hay antecedente de un homenaje doble, popular y oficial, como el que México ha programado para la cantante deMacorina.


Una joven canta hoy durante el homenaje. / MARIO GUZMÁN (EFE)
"Ella nos descubrió de nuevo los sonidos del México profundo" y muchas hemos seguido su camino musical después”, aseguró Eugenia León. “Esta es la oportunidad de regresarle un poco de lo que nos ha dejado y no solo a los músicos de mi generación sino también a los chicos de 20 y 30 años de edad. Todos conocen sus canciones”. “Es el momento de que el pueblo, su público, tome la palabra”, afirma el poeta Eduardo Vázquez, amigo de la cantante.

Despedida institucional en Bellas Artes

La segunda cita para despedir a Chavela tendrá lugar este martes en el Palacio de Bellas Artes, el lugar donde el pasado mes de abril cantó por última vez a su público mexicano y a Federico García Lorca. Será un acto oficial organizado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta). Su presidenta, Consuelo Sáizar, dijo a EL PAÍS que "Chavela -así, sin apellido, porque la sonoridad de su nombre lo abarca todo- será velada tanto en Garibaldi como en Bellas Artes, para hacer evidente hasta el final lo que mostró durante toda su vida: un canto desde las entrañas que sacudió y emocionó a todo el arco social; para el pueblo fue el llanto que desgarraba, para otros estratos sociales la conexión total con lo mexicano”.
Será un acto institucional, porque el mundo de la política también se ha apresurado a mostrar su pesar por la muerte de la cantante. Así lo resumió el jefe de Gobierno de la ciudad, Marcelo Ebrard, a este diario: “Lamento profundamente que Chavela deje de estar con nosotros. Pero una parte del alma de Chavela seguramente se quedará en la Ciudad, en su querido Garibaldi y sus rincones. Siempre estará presente entre nosotros el ejemplo de vida plena que nos deja a todos. La vamos a extrañar”. El presidente Felipe Calderón también transmitió el domingo su pésame a través de su cuenta de Twitter: “Lamento mucho el fallecimiento de Chavela Vargas. Como ella dijo: no muere, trasciende. Se queda con nosotros en sus canciones”.
Como última parada, los restos de la cantante – que será incinerada – regresarán a Tepoztlán, el lugar en el que la cantante ha pasado sus últimos años. El cerro del Chalchi será el lugar en el que descansarán sus cenizas, como ha informado María Cortina, amiga íntima de la cantante, que no se ha separado de ella en las últimas semanas, corolario de una amistad de muchos años.
“Chavela reinventó las canciones rancheras de México, vivió con insolente libertad sus pasiones y deseos, y mostró nuevos caminos para los amores que en el siglo pasado no se atrevían a decir su nombre”, recuerda Consuelo Sáizar. Todos tienen algo que agradecer a Chavela y por eso un solo homenaje no bastaba.


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