martes, 4 de marzo de 2014

Ana María Moix / De qué hablamos cuando hablamos de Carver

Fotografía de Bernard Plossu
CARVER POETA
De qué hablamos cuando hablamos de él?


La publicación en España de Todos nosotros, la obra poética, incluidos varios poemas inéditos, del estadounidense Raymond Carver (1939-1988), editada por Bartleby Editores, es un acontecimiento por la indiscutible trascendencia del escritor en el panorama literario contemporáneo. Los poemas sirven para cerrar perfectamente el círculo estilístico de un autor célebre por sus relatos realistas. Su mujer, Tess Gallagher, se encargó de la edición original publicada en Londres, en 1996, por The Harving Press. Diez años después, se edita en España una amplia selección de esta obra, que completa la visión panorámica que tenía el lector español de la poesía de Carver hasta el momento. Esta obra estará en las librerías el próximo 18 de septiembre.
La publicación de Todos nosotros, volumen que compendia toda la poesía de Raymond Carver, es un lujazo para el lector español. La introducción de Tess Gallagher, su viuda -y también poeta- y el prólogo de Jaime Priede, que ha llevado a cabo -de manera notable- la traducción, nos acercan la voz de ese enorme escritor que fue Carver, fallecido en 1988, tras ser considerado uno de los grandes maestros del relato breve del siglo XX. En España, donde el relato no goza del favor de los editores, de la mayoría de los críticos literarios ni -dicen- del lector, los cuentos de Raymond Carver alcanzaron un considerable éxito por parte de la crítica, se vendieron y, lo único que importa, se leyeron.
¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?, CatedralTres rosas amarillasShorts CutsSi me necesitas, llámame (editados por Anagrama) fueron leídos -y todavía lo son- por un público que lleva a Carver en el corazón. Se trata de un público del que muy pocos escritores gozan: es un público que, tras leer uno de los libros de Carver, pasa a devorar el resto. No conozco a ningún lector de Carver que sólo haya leído uno o dos libros de sus libros. Y tampoco a nadie -salvo a algún extravagante con ganas de llamar la atención- a quien no le guste. En este sentido, Carver es sólo comparable a Chéjov, a Katherine Mansfield y a Maupasant (al Maupasant cuentista; el Maupasant novelista es otro cantar). No son nombres al azar.
Tienen algo en común: parece que hablen de sí mismos, de lo que han vivido, de lo que les rodea, de las cosas más simples del cotidiano vivir; pero, en realidad, nunca hablan de ellos, sino de nosotros. De ahí quizá esa cercanía, sublime, nada pegajosa, que establecen con el lector. Esa cercanía tan íntima y tan limpia que el lector de Carver encuentra también en sus poemas. Porque, no hay que olvidarlo, Carver habla de nosotros cuando parece estar hablando de Carver.
La voz poética de Carver, un hombre que caminó por la acera peligrosa de la vida de la mano del alcohol y, más tarde, de la enfermedad, nunca es soez porque no apunta a la confesión sino al descubrimiento de algo por parte del lector. Es él, el lector, quien se encuentra abriendo puertas dentro de sí mismos, puertas vedadas anteriormente, antes de la lectura del poema. Hay, en los últimos poemas de Un sendero nuevo a la cascada, escrito durantes los últimos seis meses de vida, un cambio de registro espeluznante en la poesía de Carver. La muerte, el regreso al lugar de las pérdidas esenciales de una vida, el acaso de las sombras del dolor, desaparecen, justamente, cuando el autor se sabe en el umbral del final. Y es entonces cuando una calma extraña planea, no sin ironía, sobre una realidad a punto de quedar presa entre el paréntesis de la nada.


El regreso poético de Carver

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La publicación en España de Todos nosotros, la obra poética, incluidos varios poemas inéditos, del estadounidense Raymond Carver (1939-1988), editada por Bartleby Editores, es un acontecimiento por la indiscutible trascendencia del escritor en el panorama literario contemporáneo. Los poemas sirven para cerrar perfectamente el círculo estilístico de un autor célebre por sus relatos realistas. Su mujer, Tess Gallagher, se encargó de la edición original publicada en Londres, en 1996, por The Harving Press. Diez años después, se edita en España una amplia selección de esta obra, que completa la visión panorámica que tenía el lector español de la poesía de Carver hasta el momento. Esta obra estará en las librerías el próximo 18 de septiembre (2006).
Una mañana de 1956 Raymond Carver se acerca en coche a la parte alta de Yakima, pequeña ciudad del estado de Washington, para entregar un pedido de la farmacia en la que trabajaba como repartidor. Mientras espera que el anciano dueño de la casa busque su chequera, le llama la atención que haya tantos libros esparcidos por todas partes. Su mirada se posa en una revista. Es la primera vez que ve "una de esas revistas de poca circulación". Se trata de un ejemplar de Poetry. El anciano introduce el cheque en ella y se la entrega junto a un ejemplar de The Little Review: "Llévatelas, hijo. A lo mejor un día escribes algo y no sabes adónde mandarlo", le dijo el anciano.
Aquella noche apenas durmió, se la pasó leyendo las cartas y los poemas de Ezra Pound, sus postulados sobre lo que se debe y no se debe hacer al escribir. Al día siguiente avanzó en el análisis y las discusiones que incluían ambas revistas de los diversos movimientos poéticos del siglo. Percibe entonces que su vida está dando un giro, que toma otra perspectiva ante el mundo. Los nombres con los que se encuentra en aquel par de ejemplares, Pound, Eliot, H.D., Aldington y Joyce, empiezan a resultarle muy familiares tras la jornada laboral. A partir de entonces, Carver empieza a escribir poesía de manera regular. Pocos años después, abre el ejemplar de otra revista, Targets, para encontrarse con su primer poema publicado: The Brass Ring (El aro de latón). El poema hace referencia al aro de latón que colgaba de un brazo mecánico en los tiovivos y que se bajaba por sorpresa a la altura de los niños que iban en él. Quien lograra atraparlo, se aseguraba una vuelta gratis. En sentido figurado, la expresión significa también apuntar alto, alcanzar el éxito.
A vista de hoy, cincuenta años después de su encuentro fortuito con la mejor poesía angloamericana del momento, parece que Carver ha alcanzado su particular aro de latón. Está considerado como uno de los mejores narradores norteamericanos de su época y como poeta ha logrado crear escuela abriendo espacios apenas transitados hasta entonces, al menos en la poesía española de la época. Uno de esos espacios lo genera el pensamiento concebido como conversación del sujeto consigo mismo, pero no para sí mismo. El mecanismo mental de los escritores norteamericanos está más entrenado en la agudeza que en la abstracción. Se nutre de la perspicacia y de la inminencia.
El aire renovador que propone la poesía norteamericana cuando empieza a ser traducida en España (más allá de los consabidos clásicos) abre una nueva forma de desvelar la realidad en fotogramas, sin añadidos que tiendan a modificarla. En ese sentido, la recopilación de la poesía de Carver que ahora se presenta ante el lector español puede ser leída como la secuenciación de una vida fragmentada en momentos claves, no caracterizados necesariamente por la rareza sino por la intensidad y el ahondamiento en ellos.
Carver es Ray en sus poemas. Escribe en el piso de arriba de Sky House. Es un hombre disciplinado en el trabajo. Se sienta todas las mañanas a su mesa, revisa poemas escritos en otra época de su vida y escribe otros nuevos para celebrar la cotidiana inmediatez de sentirse vivo. Es un hombre agradecido. Desde que el 2 de junio de 1977 se encontrara con la poeta Tess Gallagher, con gusto hubiera titulado todos sus poemas Felicidad. Carver comienza entonces su particularvuelta gratis en este tiovivo: diez años más de vida cuando los médicos sólo le habían dado seis meses debido a sus graves problemas con el alcohol.
A partir del verano de 1977, deja la bebida y comienza una nueva vida junto a Tess. Viven juntos en Ridge House, Port Angeles, Washington, cerca del embarcadero. Le gusta escuchar emisoras musicales por la noche, como cuenta en el poema Ondas de radio, le gusta pasear por la orilla del río leyendo párrafos sueltos de Abel Martín y versos de Machado, uno de sus poetas de cabecera, se aficiona a la pesca y sigue de lejos los resultados del béisbol. Viven en la calma. Cuando enferma de cáncer, ambos se las ingenian para mantener esa calma la mayor parte del tiempo posible, concentrarse en ella y sacarle el máximo fruto. Para eso había vivido su propina de diez años con una sola premisa inscrita en su mechero: AHORA.
Todos nosotros (Bartleby) se basa en la edición original de la poesía completa de Raymond Carver realizada por Tess Gallagher bajo el títuloAll of Us en 1996 y publicada en Londres por la editorial The Harvill Press. La presente edición pretende completar la visión que hasta el momento tenía el lector español de la poesía de Carver y mostrarle su variedad de registros. A su vez, la presentación del texto original le permitirá conocer de primera mano la poesía de Carver, el alcance de cada matiz y el poder elíptico que la singulariza.
Una traducción no es más que una percepción, la interpretación de una partitura. Pero, como dice Jaime Siles, la traducción debe ser un texto artístico porque el texto del que se traduce es un texto artístico. Ésa ha sido la intención que me ha guiado en este trabajo, aunque la intención no tenga necesariamente que ver con el resultado. No hay traducciones para siempre, de todos modos. Todo texto traducido requiere siempre una revisión posterior. En este volumen se revisan las traducciones anteriores de la poesía de Carver y se ofrecen versiones de un amplio número de poemas inéditos en castellano. Lo mismo puede ocurrir en un futuro con estas versiones que hora se proponen. Y está bien que sea así. Al fin y al cabo la traducción sigue siendo una lectura más.
Jaime Priede es traductor de Todos nosotros.

'FELICIDAD'

Tan temprano que casi está oscuro todavía.
Me acerco a la ventana con una taza de café
y el atasco de siempre a estas horas de la mañana
en la cabeza.
Veo entonces al chico y a su amigo
calle arriba
repartiendo el periódico.
Llevan gorras y sudaderas,
uno de ellos con una bolsa al hombro.
Son tan felices
que no se dicen nada, estos chicos.
Creo que si pudieran, se cogerían
del brazo.

Es temprano por la mañana
y están haciendo esto juntos.
Se acercan, despacio.
El cielo empieza a cubrirse de luz,
aunque todavía cuelga pálida la luna sobre el agua.
Tanta belleza que, durante un instante,
la muerte o la ambición, incluso el amor,
no tienen cabida aquí.
Felicidad. Llega
de forma inesperada. Y sigue su camino, realmente. Cualquier madrugada te lo dice.


'PROTEGIENDO A LA NÚMERO UNO'

Ahora que te has ido durante cinco días,
fumaré todos los cigarrillos que quiera y
donde quiera. Haré bollos y me los comeré
con mermelada y con tocino. Haré el vago. Seré indulgente conmigo mismo. Pasearé por la playa sólo
si me apetece. Y me apetece, a solas y pensando en mis años jóvenes.
En las personas que entonces me amaron más allá de la razón.
Y en cómo yo las amé a ellas sobre todas las demás. Excepto de una. ¡Estoy diciendo que haré todo
lo que quiera mientras estás fuera!
Pero hay una cosa que no haré.
No dormiré en nuestra cama sin ti.
No. No me apetece.
Dormiré ahí donde suelto una blasfemia si me apetece, ahí donde duermo cuando estás fuera
y no puedo abrazarte como lo hago.
En el sofá roto de mi estudio.


http://elpais.com/diario/2006/09/05/cultura/1157407208_850215.html



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