viernes, 16 de mayo de 2014

Martin Amis / El estilo de la vulgaridad / Dinero, 1988


DINERO, 1988

Martin Amis, el estilo de la vulgaridad

El escritor presentará la próxima semana en España 'Dinero', novela de una autodestrucción


"Comenzamos escribiendo sobre los dioses, seguimos con los reyes, luego con los guerreros, más tarde con la clase media, nosotros, y ahora", dice con asco, "sobre ellos". Así habla en su silencioso estudio londinense Martin Amis, uno de los escritores más conocidos de la joven narrativa en inglés y a quien su sinceridad le ha creado una imagen de dificil. No lo es. A dos portales de distancia, una casa amenaza ruina, hay tres coches abandonados en 100 metros y merodean al menos dos vagabundos. Amis viajará a España la próxima semana para presentar Dinero (Anagrama) la feroz autodestrucción de un hombre que sólo cree en el dinero y el exceso. "Escribo con estilo sobre cosas vulgares", dice Amis.
John Self (Juan Mismo, o algo así), el protagonista de Dinero, es un hombre atiborrado de pornografía y la historia plana de la televisión, tan corto que lee literalmente Granja de animales, la célebre alegoría de George Orwell sobre la revolución de Octubre, y no se cree que los cerdos puedan llegar a ser tan inteligentes.Publicista con mucha suerte, a Self le llueve el dinero de forma constante hasta que conoce a un hombre en un avión entre Londres y Nueva York -la novela es un péndulo entre las dos ciudades-, ambos deciden hacer una película y ahí comienza el fin. Entretanto, John Self se mantiene sobrio en tan sólo unas pocas de las 398 páginas del libro, y las demás son la crónica feroz y a veces divertida de su decadencia a través del alcohol y las mujeres, ése tipo de mujeres que exprimen.
Amis, de 38 años, es casi norteamericano. Vivió allí, ha publicado como periodista numerosos reportajes sobre Estados Unidos (The moronic inferno and other visits to America, Penguin), su mujer y sus dos hijos son norteamericanos, y ésa es la razón de que el libro tenga, como el protagonista, una dimensión excesiva. "Cuando los británicos éramos el centro del mundo, podíamos escribir novelas de 500 páginas, como hacen los americanos. Mis primeras novelas eran de 250 páginas. Pero yo necesitaba aire, y con Dinero decidí hacer una obra americana".

El aguante del crápula

Aunque no lo parezca, Dinero es también un libro autobiográfico, y no sólo por el tono de confidencia con que John Self cuenta la historia de sus excesos. Martin Amis aparece en el libro como personaje, al modo de un Pirandello y, según explica, no se trata sólo de un medio para distanciarse del personaje. La asombrosa resistencia de John Self para aguantar su vida de crápula está inspirada en experiencias del propio Amis principalmente cuando soltero. "El humor consiste en eso", dice, "en exagerar las cosas hasta el borde de la línea que las separa de la farsa". Self tiene cosas de Amis, "pero no tiene otras cosas que tengo yo".Por lo demás, afirma, existe cierta tendencia a lo autobiografía en la novela actual, como si el escritor ya sólo confiara en su propia experiencia y descreyera de la imaginación.
Dinero es también una novela moral, concede Amis, "aunque la mayor parte de los escritores son moralistas". Pero lo sería en el sentido en que Saul Bellow, maestro de Amis, dijo que coexisten en Chicago la ética, sólo lo relacionado con el dinero, y la moral: sólo lo relacionado con el sexo. "Lo que más me preocupa", comenta como para sí, "es en lo que está metido el escritor: una suerte de vampiro que roba y chupa de la vida para meterlo en los libros".
Amis es bajito y con brazos fuertes de tenista, pelo rubio pajizo, tímido, capaz de escuchar y, sobre todo, capaz de hablar. No es que hable mucho sino que cuando habla -y cuando escribe-, lo hace con una notable inventiva, y a la mínima que se interese ha soltado ya una retahíla de sinónimos, ha inventado una palabra o ha colocado un taco bien colocado, lo que no es fácil. Las dos habitaciones amplias de su estudio se encuentran en una callecita de chalés a das manzanas de Portobello Road (el Rastro de Londres), y todo, libros, sofá, habitaciones y chalés tienen ese aire viejo y usado que los ingleses consiguen como nadie.
"Soy un escritor cómico que escribe sobre el dolor", y aunque ésa podría ser la definición misma de los humoristas, Amis cree que él va más allá en la brillante tradición humorística británica; más allá que Wodehouse, Waugh, o Sharpe, que le parece un farsante. Más allá que Kingsley Amis, su padre, que con Lucky Jim se hizo un nombre tan importante en el género que aún pesa sobre las espaldas literarias de su hijo; es él quien menciona a su padre, y para explicar que no es sólo la atmósfera algo cerrada de la literatura inglesa la que le hace marchar a América periódicamente: "Gracias al cielo, allí hablan inglés".

El tema espera

Uno no elige ser humorista, dice Amis, ni tampoco elige el tema sobre el que escribe. "Más bien, uno reconoce el tema, que le estaba esperando". Amis escribe sobre "el sufrimiento y la humillación", dice -sus tres autodefiniciones son variantes de una misma idea-, pero no sabe por qué.Salvo una primera infancia que no se podría llamar de pobreza, sino "algo así como la escasez en la casa de un posgraduado", la vida de Amis está llena de lo que se considera suerte. Oxford, periodismo de calidad en las mejores publicaciones británicas, y novelas con excelente acogida de la crítica: Other people: a mystery story, Success, Dead Babies, y Los papeles de Raquel (ésta en Anagrama), premio Maugham para jóvenes autores.
"El estilo revela la forma en que vemos las cosas", dice Amis, "y la elección del tema está determinada por el espíritu". Si en literatura cabe hablar de causas y de efectos, parecería que algo le corroe el alma a este humorista, y eso es lo que persigue en sus libros, en los que puede caber la carcajada pero difícilmente la sonrisa. Puro humor desesperado.



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