lunes, 25 de septiembre de 2017

Ralf Rothmann / Morir en primavera / Reseña

Ralph Rothmann
Ralf Rothmann
MORIR EN PRIMAVERA

27 de marzo de 2017

"El silencio, el rechazo absoluto a hablar, especialmente sobre los muertos, es un vacío que tarde o temprano la vida termina llenando por su cuenta con la verdad."

Así comienza esta novela de título compartido con un viejo álbum de Loquillo. Y es que, hoy traigo a mi estantería virtual, Morir en primavera.


"El escritor eres tú" dice Walter Urban esperando la muerte a su hijo, que siempre se preguntó qué ocultaba el atronador silencio de su padre. Incluso le dejó unos cuadernos con la esperanza de que relatara en ellos aquello que llevaba callando tanto tiempo. Y eso fue lo que obtuvo y por eso se convierte en narrador para relatarnos la historia de su padre cuando, con 17 años, fue reclutado junto a su amigo Fiete para un comando de las SS. La Guerra ya está agonizando, estamos en 1945 y jóvenes iletrados son reclutados y apenas preparados para enviar a luchar al frente, dejándoles tan solo la salida de la deserción para evitarlo.

Hay un momento en el que las historias reales se ficcionan tanto, o se relatan tanto en la forma que sea, que comienzan a perder pie en la realidad. Por eso es necesario que haya novelas que nos obliguen a creer lo relatado, que nos hablen uniendo pasado y presente sin dejarnos escapatoria durante la lectura. Y eso hace Morir en primavera Ralf Rothmann al relatarnos la más que probable historia de su padre.

Es muy importante en este caso, quedarnos con el principio del libro. En él se habla del silencio de un hombre recio, de cuerpo agotado por el duro trabajo en la mina, y alma forjada mucho tiempo atrás. Un silencio que solo mantienen quienes sufrieron lo indecible, aunque ni siquiera fueran heridos. Y que reconocemos desde las primeras páginas como uno de esos que llaman silencios de vida, que marcan a todo aquel que rodea a quien lo sufre, como si ellos fueran los que lo padecen. Así es como el autor entra en la SegundaGuerra Mundial, desde la historia personal, lo privado, desde el baile en el pueblo que se convierte en una encerrona para reclutar a cualquiera que sirva para la guerra. Una guerra que sabiéndose perdida por las grandes esferas, intuyéndose incluso perdida por aquellos que se envían a luchar, ha de seguir batallándose bajo pena de muerte ante la negativa. Sin opciones, sin medios caminos, sin posibilidad de huir. Y las guerras son crueles, y obligan a forjar caminos encontrados, y la brutalidad de la guerra no tiene límites y destroza familias, pero aún más corazones.Y provoca silencios por motivos capaces de sobrecoger el alma del lector más duro... porque los sabe reales y no necesitan de terribles campos de concentración para hacerlo.

Es curioso como uno de los mejores libros publicados sobre la Segunda Guerra Mundial se ha quedado en lo pequeño, y además ha contado su historia desde el interior del bando de los malos, que nadie pone en duda ni la puso jamás que lo sean. Y tampoco Rothmann. Pero si hace que veamos que no todo es lo que parece y que cada historia está formada por multitud de ellas pequeñas que nos pasaron desapercibidas. Añade además una reflexión, que deja caer en la cita con la que comienza el libro, sobre los pecados heredados de sociedades que parecen condenadas a seguir sufriendo por los terribles pecados cometidos por otros que simplemente nacieron dentro de sus mismas fronteras. Y es que, en el fondo, esta novela trata sobre uno de los temas universales de la literatura: y no, no es el amor, Rothmann nos habla de la culpa.

Morir en primavera es una gran novela llena de escenas magníficas que irán a fuego grabadas en la retina del lector.


ENTRE MONTONES DE LIBROS



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